Castillo de Chillon (Montreux, Suiza) |
Como nosotros vivimos a 740 km del resto, nos encontramos ya en el aeropuerto de Ezeiza y después emprendimos las interminables 12 hs del vuelo a Madrid con turbulencia incluida. El encargado de organizar todo (y el de la idea) fue mi cuñado Esteban, quién se dío a la titánica tarea de organizar los hospedajes, el itinerario, el alquiler de la van con la que nos movimos por todo el continente, así que ni bien llegamos nos subimos a ésta y emprendimos el camino hacia Barcelona, nuestra primer parada. Recorrimos una inmensa cantidad de ciudades a un ritmo bastante vertiginoso que a veces me pregunto como lo logramos!. Zaragoza, Tarragona, Barcelona, Nimes, Arles, Cassis, St Tropez, Niza, Montecarlo, Florencia, Pisa, Roma, Milan, Maranello, Venecia, Ginebra, Lausanne, Gruyere, Lucerna, Interlaken, Montreaux, Berna, Stuttgart, Brujas, Londres, París, Madrid, Toledo. Una auténtica maratón!! De a poco iremos contando sobre todos estos hermosos lugares ya que no es el tema de este post.
Para siete adultos con personalidades fuertes e ideas claras la convivencia durante tantos días seguidos fue un gran ejercicio de paciencia, ya que indefectiblemente algunos roces ocurrirían ya que pasar 24 hs juntos durante tanto tiempo no significa que estaríamos de acuerdo siempre. Si a esto le sumamos el cansancio de las largas caminatas y viajes y el trajín de cambiar seguido de hospedaje (y de país!) podría haber pasado cualquier cosa, pero logramos llevarlo a cabo a pesar de todo.
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Por las calles de Barcelona |
Hoy lo pienso y el trabajito de Esteban para organizar todo fue gigante, algo que evidentemente hizo con mucho empeño y esmero por su familia. Mis suegros Angélica y Juan Carlos nos siguieron el tranco en todo el recorrido, a pesar de las obvias molestias físicas que por momentos aparecían. Si pensamos en que arrancábamos a caminar a las ocho o nueve de la mañana y a veces llegábamos a destino alrededor de las once o doce de la noche entenderán a qué me refiero. Mi cuñada Rosana siempre es una divertida y amena compañera de recorridos y Nico, el más peque de la familia le puso buena onda pese a tener la cabeza en todos esos cambios complicados que se suceden cuando se termina el secundario y se sale a la vida adulta. Y bueno, Juan Pablo es Juan Pablo, la persona que elijo y elegiría mil veces más para compartir mi vida.
Mientras uno está inmerso en el viaje, a veces las pequeñas cosas se magnifican, sean buenas o malas. Hoy con un poco de tiempo de por medio tengo que decir que ver las fotos me da una profunda nostalgia. Recordar lo que me divertían Esteban y Juan Pablo con su interminable "Ciao Bella!" y "Buongiorno Principessa!" con los que nos torturaron durante todo el trayecto de Italia; lo mucho que nos reímos con los autitos minúsculos de Roma; la emoción de Angélica con la torre Eiffel iluminada a la noche, Rosana queriendo llevarse las boutiques de Milán en la cartera, a los cuatro hombres analizando al detalle los motores del museo Ferrari en Maranello; y pienso que fue una hermosa experiencia, irrepetible y en lo mucho que me gustaría vivir algo así con mis padres y mi hermano. Gracias por haberme dejado ser parte de ella. Ayelén.
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